Segundo Premio de Verso:
CRISOL
DE LAS AGUAS
Antes que la calamina
en la ladera aflorara,
en recónditas entrañas
criaba el Calar su mina
en mil veneros de plata.
Crisol de ruidos y espuma;
por la boca de Hoyo Guarda
vierte su nívea colada
que bebe la Caldereta
espumosa y agitada
y en su seno se remansa,
toma formas
y
se encalma.
Adoptando mil figuras
el arte vivo que mana
nos regala su frescura
entre rocas y entre plantas
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Antes que Graubner llegara,
la fundición de las nieves
sus hilos ya devanaba,
hilillos finos y leves
y, cayendo de la cueva,
se laminaban las aguas.
Retumbaban martinetes
de reventones y escarchas,
y en el cristal de las charcas
se miraban las montañas
en rutilante reflejo,
caleidoscópico espejo
que embelesa la mirada.
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Antes que el hombre llegara
a abrillantar los peldaños
a fuer de años y pisadas,
el agua ya trabajaba
las rocas con su paciencia
y persistencia espartana,
dando formas a la piedra
como el cincel a una estatua.
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Y antes que homínido enhiesto
inventara la palabra;
todo en Los Chorros cantaba
la melodía encantada,
en lid con los trinos de aves,
con el viento entre las ramas,
y con los céfiros suaves.
Melodía de cascadas
y regatos rumorosos
que cantan por donde pasan.
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Por eso allí se resumen
todas las eras pasadas,
y los trabajos del bronce,
y las voces olvidadas
de aquellos que allí, de jira,
por San Juan se congregaban
en merienda colectiva
y convivencia hermanada.
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Siempre que voy a Los Chorros
mil cosas me cuenta el agua;
yo lo entiendo, pero hay gentes
que no entienden ni palabra
y, aunque miran extasiados,
no escuchan cómo les canta,
y, aunque con ojos abiertos,
no tienen abierta el alma.
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A
UN CERTAMEN DE TALLA GRANDE
Quiero glosar desde mi verso breve
que cumples tu cuarenta aniversario,
y aunque el año anterior fue el treinta y nueve
cumplir cuarenta sí es extraordinario
Llegas, al fin, al cuádruple decenio
en el culmen de número redondo,
fomentando las letras y el ingenio
y con Riópar siempre en el trasfondo.
Naces en otro siglo, en los setenta,
de mano de entusiásticos afanes,
plenos de juventud que los alienta,
forjados en verbenas y Sanjuanes.
Vienes al mundo en medio de la Fiesta ,
en la noche de reinas y de damas,
tu vagido natal se manifiesta.
Versos y prosas con tu voz declamas.
En el setenta y cuatro, cual Guadiana,
te ocultas y parece que te has ido,
y en el setenta y nueve tu fontana
brota pujante y retornas del olvido.
No conocí tus pasos vacilantes,
ignoraba en tu infancia tu presencia,
ni tampoco los años palpitantes
y turbulentos de tu adolescencia.
En los ochenta, corres cual arroyo,
en los noventa, recio como un río,
y en este siglo sobre ti me apoyo
y despiertas del alma el canto mío.
Te conocí maduro y ya asentado.
Te has hecho adulto al ritmo de los años
y por tus puertas muchos han pasado
para solaz de propios y de extraños.
Ahora ves el ayer desde tu altura,
con un talante plácido y maduro,
avizoras tu evolución futura
y un devenir magnífico y seguro.
Yo espero cooperar en tu andadura
y en la lista de aquellos consagrados,
poder vivir contigo esa aventura
por universos ciertos o soñados.
Quisiera, en fin, poder cantarte así;
desde lo más profundo de mi mente,
en estas nuevas bodas
de rubí,
con un poema nuevo y diferente.
Hoy cumples los cuarenta y has crecido,
ahora vistes la talla EQUIS ELE.
Certamen de Riópar, tan querido,
si hay algo que me inquiete y me desvele
es no poder llegar (por eso lloro)
a gozar, como hoy, tus Bodas de Oro.
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