Los autores premiados, al tratarse de concursantes de provincias distantes y no haber premio en metálico que compensara el gasto del desplazamiento, tuvieron quien los representara y leyera sus trabajos. El premio consistía en una figura de bronce y un ejemplar del libro del Certamen con todos los trabajos premiados en el principio del siglo XXI.
He de pedir disculpas al ganador del Primer Premio de Prosa porque un fallo en la cámara impidió grabar los primeros minutos de su lectura. Esta vez no ha sido por el maleficio de Graubner, pero parece que cada año me tiene que pasar una cosa u otra.
Seguro que esos pequeños desajustes de organización desaparecerán el año próximo, aunque no dejaron de tener cierta gracia e incitaron a alguna sonrisa, en un acto que suele ser más bien serio y a veces algo árido. Espero que no se tome el alcalde muy en serio lo que dice al final sobre la aplicación del "protocolo" en las próximas ediciones, dejemos un poco de margen a la naturalidad y la espontaneidad.
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