En esta ocasión se me han perdido once minutos del concierto y ya no puedo echarle la culpa a la maldición de Graubner ni a la cámara, que se ha comportado de maravilla. Voy a tener que pensar que me estoy haciendo viejo y comienzo a tener despistes, o que no es un Austíaco el que me hace despistarme, sino un Alemán cuyo nombre no recuerdo. También es posible que estuviera tan absorto con el concierto que en alguna ocasión descuidara el control de la cámara y no pulsara el "rec" en su debido momento. De todos modos el concierto, aún faltando una pequeña parte, sigue siendo un regalo que vale la pena saborear por los que no estuvieron presentes, y digno de volver a disfrutar por todos aquellos que tuvimos la suerte de estar allí.
Habría podido sustituir el sonido ambiente por el sonido original tomado en la mesa por Vicente Galindo, con mucha mayor calidad, pero he preferido mantener el sonido ambiente más próximo y cálido de la plaza, del público y del club de fans que no dejaba/mos de corear o hacer palmas al compás.
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